
Eritrea, la Corea del Norte Africana
Eritrea es uno de los países más jóvenes del mundo. Nació en 1993 cuando se independizó de Etiopía, fruto de un referéndum y dejando a su antigua patria sin salida al mar. Gobernada de forma autoritaria desde entonces, la nueva situación y acuerdos internacionales va a forzar a su viejo dirigente Isaías Afewerki a abrir el país poco a poco.
Territorio constantemente invadido por diferentes imperios y potencias coloniales, la historia reciente del país comienza en 1890 cuando los italianos se adueñan del territorio y la convierten en su colonia hasta después de la Segunda Guerra Mundial, cuando queda bajo poder británico. En 1952, las Naciones Unidas auspiciaron la incorporación del territorio a Etiopía gobernada por Haile Selassie I, -a quien el movimiento rastafari proclamó como mesías y que el mismo Salassie rechazó-. Eritrea gozó de cierta autonomía bajo una fórmula federal hasta que en 1962 su estatus decayó pasando a ser una provincia etíope más.
Es entonces cuando el grupo nacionalista guerrillero Frente de Liberación de Eritrea (ELF) intensifica sus acciones desembocando finalmente en una guerra abierta. En 1991 los guerrilleros toman la capital de la región, Asmará, comenzando el mecanismo de independencia que concluirá con un referéndum en 1993 en el que más del 95% de los eritreos votan a favor de la independencia. Convirtiéndose Eritrea en un país independiente reconocido internacionalmente. Un antiguo líder de la guerrilla, Issaiais Afewerki, se convertirá en presidente del nuevo estado.

Sin embargo, los problemas con Etiopía no acabarán. En 1998 se inicia otro conflicto armado debido al establecimiento de las fronteras entre los dos países. La llamada “guerra de las fronteras” permitirá a Isaías Afewerki establecer un férreo control del estado y un servicio militar obligatorio con el que dominar a la población. A pesar de la mediación de la ONU entre los países y el Tratado de Argel, con el que se puso fin a los enfrentamientos en el 2000, ambos países se han mantenido en estado de guerra hasta julio de este año.
El acercamiento de Etiopía y Eritrea cambia la situación entre ambos países. El nuevo primer ministro de Etiopía ha cedido en las disputas fronterizas para acercar posiciones entre los dos países.
Etiopía es el segundo país más poblado del continente con más de 100 millones de habitantes y cuenta con una de las tasas de crecimiento económico más altas de la región. Sin embargo, el país no cuenta con salida al mar desde la escisión de Eritrea. Desde entonces, el comercio internacional del país se ha canalizado a través de los puertos de Yibuti. Repercutiendo pingües beneficios al pequeño estado por los aranceles que Etiopía paga por la utilización de sus infraestructuras. Sin embargo, esta situación puede cambiar con la reinstauración de relaciones entre Etiopía y Eritrea y el acceso al mar por este país.
Eritrea espera que al calor del renacido tráfico comercial con Etiopía se puedan desarrollar industrias subsidiarias que puedan estimular la deprimida economía del país. Eritrea cuenta con una economía exigua, si lo comparamos, el PIB del país en 2016 era menos de la mitad que el PIB de La Rioja ese mismo año.
En lo social, cuenta con uno de los índices más bajos en cuanto IDH (Índice de Desarrollo Humano) del mundo. La única universidad existente fue desmantelada a raíz de unas protestas estudiantiles que reclamaban más libertades civiles. Sin elecciones desde la independencia, cuenta con una asamblea de 150 miembros, todos ellos del partido gubernamental.
El servicio militar es obligatorio tanto para hombres como mujeres, y en ocasiones se extiende de forma indefinida en el tiempo. La única forma de salir del país es mediante una elevada cantidad de dinero que pocos pueden permitirse, o bien arriesgarse a morir tiroteados en las fronteras por la guardia fronteriza.
Tal situación de opresión social y control ha venido siendo justificada desde el gobierno por el estado de guerra entre Etiopia y Eritrea. Sin embargo, con la reinstauración de relaciones entre ambos países, esta justificación queda caduca, e Isaías Afewerki deberá redefinir su política y hacerse eco de las demandas sociales que el pueblo le reclama y que internacionalmente le vienen demandadas.
Autor: Carlos Bielsa
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