
La cultura en las relaciones internacionales de la Unión Europea
El escenario internacional del siglo XXI se caracteriza por la realidad interdependiente entre los distintos actores, fenómeno además fortalecido gracias al proceso globalizador contemporáneo y todo lo que éste conlleva, como el surgimiento de retos y problemas que, al igual que los avances tecnológicos, traspasan fronteras, como la crisis migratoria, el cambio climático y el terrorismo, por mencionar algunos. Conjuntamente se observa el auge de movimientos nacionalistas en distintas regiones del mundo, así como constantes cuestionamientos al sistema liberal.
Este contexto brinda el espacio para contemplar y repensar nuevas estrategias para abordar las relaciones internacionales. La Unión Europea (UE), proceso de integración sui generis, propone integrar una dimensión cultural a su política exterior y plantea un nuevo acercamiento mediante las relaciones culturales internacionales. Si bien, varios de los Estados europeos se consolidan como pioneros en el tema de la promoción cultural con la implementación de los primeros centros en el siglo XIX, la adopción de la cultura en el nivel supranacional ha sido -hasta hace algunos años- bastante restringida, y se ha permitido solamente como un apoyo al esfuerzo nacional bajo el principio de subsidiariedad.
Tras deliberar durante años, posibles acercamientos y/o estrategias para integrar el tema cultural, la Comisión Europea apuntala uno de los primeros grandes antecedentes en la Agenda para la Cultura en un Mundo en vías de Globalización, presentada en 2007. Varios esfuerzos han sucedido al anterior y en noviembre de 2018, el Consejo de la Unión aprobó el Plan de Trabajo en materia de Cultura para el periodo 2019-2022, en donde establece cinco prioridades, entre ellas, las relaciones culturales internacionales. Finalmente, en abril de 2019 presentó el marco de acción y enfoque estratégico que concentra la atención en la suma de los esfuerzos nacionales.

El tema de la cultura en la Unión Europea
El proceso de integración europeo, cuyo objetivo inicial se estableció en la preservación de la paz en el continente luego de la Segunda Guerra Mundial, se consolida en la actualidad como un modelo único que comprende las dimensiones económica, política y social. Empero, el escenario global contemporáneo presenta nuevos retos, tanto al exterior como al interior del que ha sido uno de los principales actores en la escena internacional desde la segunda mitad del siglo pasado. Lo anterior permite considerar una dimensión cultural en la reflexión sobre el futuro del proyecto europeo.
Bajo el lema “Unida en la Diversidad”, la Unión y sus Estados miembro, han aprovechado las fortalezas y riqueza de su diversidad cultural; ésta se presenta como una herramienta para la consolidación de la debatida identidad europea. Aunado a ello, la cultura propia, enraizada en la construcción de esta identidad, se vislumbra como un instrumento de utilidad, en la difusión de los valores europeos hacia el exterior (la democracia, el Estado de derecho, las libertades fundamentales y los derechos humanos se circunscriben como valores europeos).
Por una parte, el desarrollo de una dimensión cultural en la entidad supranacional es aún limitado bajo el principio de subsidiariedad que respeta la soberanía nacional en política cultural. En relación a ello, la base jurídica para el actuar de la Unión en materia cultural se encuentra en el artículo 3o del Tratado de la Unión Europea y el artículo 167o del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, que expresan su papel en el fomento de la cooperación, el apoyo y complemento del actuar de los Estados miembro. No obstante, en vista de los cambios en el contexto internacional, y comprendiendo que el fortalecimiento interno permitirá un mejor desempeño en el cuadro multilateral, contribuyendo a la estrategia de Actor Global, se observa en los últimos años, un empuje al tema cultural desde los tres organismos que conforman el triángulo institucional.
Relaciones Culturales Internacionales de la Unión Europea
Tras el compromiso de 2005 de la Unión y sus Estados miembro con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en la Convención sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, la Comisión Europea presentó en 2007 la Agenda Europea para la Cultura en un Mundo en vías de Globalización. El anterior se consolida como uno de los grandes antecedentes en el tema cultural a nivel europeo y establece tres grandes objetivos, entre los que sobresale ya la promoción de la cultura como herramienta indispensable en las relaciones internacionales de la UE.
Con mayor énfasis en el tema cultural internacional, en 2014 se presentó la Acción Preparatoria sobre la Cultura en las Relaciones Exteriores de la Unión. El proyecto introduce la noción de relaciones culturales internacionales, y presenta una propuesta amplia en el actuar cultural, separándose del concepto de diplomacia cultural. Cabe mencionar que en el nivel nacional, varios de los Estados europeos se inclinan por la noción de diplomacia cultural en el desarrollo de sus políticas. Empero, se piensa que ello va en relación a la práctica diplomática que corresponde al Estado y a la inclinación por una dinámica distinta en el nivel supranacional.

Posteriormente, en 2016, Federica Mogherini, Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, y la Comisión Europea, presentaron la comunicación titulada Hacia una estrategia de la UE para las relaciones culturales internacionales. Establece tres objetivos: la cultura como motor de desarrollo económico y social sostenible, el sustento del diálogo intercultural para las relaciones internacionales pacíficas y la lucha contra la radicalización, y el respaldo de la cooperación en materia de patrimonio cultural. Los anteriores permiten vislumbrar el camino que tomaría la UE en los próximos años pues permanecen vigentes -en gran medida- en el Plan de Cultura del periodo actual.
En mayo de 2018, la Comisión Europea presentó Una Nueva Agenda europea para la Cultura, documento que agrupa sus objetivos en tres grandes dimensiones que ya se entreveían en el documento presentado dos años antes. La Nueva Agenda comprende una dimensión social, orientada al uso de la cultura y la diversidad para el bienestar y la cohesión social; una dimensión económica para apoyar la creatividad e innovación para el empleo y crecimiento y; la dimensión externa que propone reforzar las relaciones culturales internacionales. Cabe destacar que la Nueva Agenda expresa el marco de acción para la siguiente fase de cooperación europea. Desde esta nueva propuesta y acorde al principio de subsidiariedad, se plantea que sean los Estados quienes definan los temas y métodos de trabajo para el periodo 2019-2022.
Finalmente, en noviembre de 2018, el Consejo de la UE presentó el Plan de Trabajo en materia de Cultura (2019-2022). En él, se establecen cinco prioridades para la cooperación europea en el tema de política cultural: sostenibilidad del patrimonio cultural, cohesión y bienestar, ecosistema de apoyo a los artistas, profesionales del sector cultural y creativos, así como al contenido europeo, igualdad de género y, relaciones culturales internacionales. En correspondencia con la Nueva Agenda, el Plan de Trabajo establece su base en la propuesta y coordinación de los Estados, a quienes corresponde el liderazgo en materia cultural. Entre los métodos de trabajo, sobresale el Método Abierto de Coordinación (MAC), utilizado en el desarrollo de varias políticas públicas; en él, los Ministros -de Cultura en este caso- se reúnen periódicamente para intercambiar buenas prácticas y producir manuales y/o políticas que puedan implementarse en todo el continente. Por último, en marzo de 2019, el Consejo de la Unión presentó las Conclusiones sobre el planteamiento estratégico de la UE para las relaciones culturales internacionales y el marco de actuación que, como su nombre lo indica, define el uso de la cultura en la acción exterior europea. Aquí es importante señalar que, si bien la política exterior es comunitaria y corresponde al nivel supranacional, en el caso de la adhesión gradual de la cultura, la Unión permanece fiel a la nueva propuesta y decide apoyarse en el liderazgo de sus Estados miembro y adoptar un enfoque “desde abajo”.
Conclusiones
La adopción de la cultura en la política europea ha seguido un proceso gradual y se mantiene todavía limitado. Lo anterior encuentra motivos en la reflexión respecto a la definición de una identidad europea, que ha acompañado a este proceso. En el caso específico de política exterior, la adhesión de la cultura se presenta tanto como una oportunidad para transmitir los valores europeos al exterior y consolidar la estrategia de Actor Global que busca fortalecer el papel de la UE en el escenario internacional. Empero, presenta grandes retos también, precisamente por la preocupación de algunos Estados y/o grupos respecto a las implicaciones que tendría esta identidad comunitaria en relación a aquellas nacionales, pese a que la Unión se distingue por el respeto y el fomento de la diversidad.
Por otra parte se considera que el marco de acción vigente puede contribuir a disminuir estas preocupaciones, al respetar el liderazgo de los Ministros nacionales respecto a la planeación. Queda observar los pasos siguientes y la conciliación de los intereses y propuestas de cada uno de los Estados miembro en los próximos años que serán sin duda interesantes.
Autor: Edith Ruvalcaba. Maestra en Relaciones Económicas Internacionales y Cooperación por la Universidad de Guadalajara. Sus áreas de interés incluyen la Cooperación Internacional para el Desarrollo, la Cooperación Cultural, los idiomas y el proceso de integración europeo. Ha tomado cursos de Cooperación Cultural Internacional con el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), Cultural Diplomacy in a Multipolar World con el United Nations Institute for Training and Research (UNITAR) y Cooperación Internacional para el Desarrollo con el Instituto José María Luis Mora.
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